3 ene 2023

42. Capaz de amar

Ana entra un día más en la habitación de su amiga Lucía, están muy unidas, desde que eran niñas han compartido muchos de las mejores y peores acontecimientos de sus vidas, entre los peores se encuentra un accidente de moto hace más de cinco años, en el que Lucía sufrió una lesión medular que la mantiene en una silla de ruedas, además, no llevar casco le ocasionó lesiones faciales, la reconstrucción de su cara fue más complicada y dolorosa de lo imaginado, no pudieron evitarse cicatrices, aunque con el tiempo han ido difuminándose

Era Ana la que conducía, Lucía le pidió que la llevara a su casa después de unas copas la noche de un sábado. No estaba lejos, debían haber bastado unos minutos, pero la fatalidad se cruzó en su camino, una sombra se interpuso delante de ellas, quizá un pequeño animal, o un papel arrastrado por el viento hizo perder el equilibrio y caer al suelo, no fue muy violento, pero una farola se atravesó en el camino del cuerpo de Lucía cuando se deslizaba por el suelo. Ana resultó ilesa, unos roces en piernas y brazos, el casco le evitó los golpes en la cabeza

Un sentimiento de culpa la corroe, no debió ceder a la insistencia de Lucía, no estaba en condiciones de conducir. Lucía, quedó anímicamente derrotada, no fue el dolor físico, ni siquiera las heridas de la cara, fue la silla de ruedas lo que la destrozó 

Desde hace un tiempo, ha encontrado un escape, una forma de salir de su mundo para adentrarse en uno nuevo, de relacionarse ella misma manteniéndose ajena a su estado, solamente su yo más interior. Ana le regaló un ordenador portátil y le enseñó cómo abrirse a ese nuevo mundo, le enseñó a comunicarse con otras personas en situaciones de alguna carencia como ella misma, personas que buscan compartir cualquier cosa, desde una sonrisa a un momento de pasión o simplemente una conversación. Lucía no estaba familiarizada, pero se dejó enseñar y poco a poco se introdujo en un mundo que no había sospechado
—Tienes que ayudarme, —dijo Lucía cuando vio a Ana cruzar la puerta 
—Claro que sí, qué necesitas que haga por ti 
—Es Arturo, quiere verme, pero no puedo mostrarme tal como soy, se desilusionará, no le he dicho toda la verdad, he inventado cosas, he puesto mucho en juego, me he apoyado en él, Ana, significa mucho para mí, no puedo perderlo. Tienes que ayudarme

Lucía sabe que no está haciendo bien ocultando su situación, pero también sabe que necesita volver a tener la ilusión que hace mucho tiempo perdió, la tiene que recuperar porque su vida dejó de carecer de sentido. Ahora ha encontrado un aliciente para hacer el esfuerzo horrible de pasar de la cama a la silla de ruedas, se ha dado cuenta que es el medio que tiene para encontrarse con alguien que la llena de emociones y sentimientos

Todo está funcionando como en un sueño, un feliz sueño en el que va guiando los acontecimientos según su gusto y su voluntad, ha sido un tiempo maravilloso en el que ha olvidado lo físico y se ha basado únicamente en el interior, en su propio yo, pero de repente ha surgido algo que la inquieta profundamente, es el momento de volver a la realidad, el momento de despertar de su sueño
—Ana escúchame, dice que quiere verme, quiere verme, saber como soy, y no quiero que se desilusione, no quiero que vea mi cara marcada por las cicatrices y me vea incapacitada. Tienes que hacerme un favor, te necesito
—Que puedo hacer por ti, no sé cómo puedo ayudarte
—Quiero que seas tú la que vaya, que te hagas pasar por mí
—No puedes engañarlo, tarde o temprano te descubrirá y no volverá a confiar en ti
—Sé que todo está perdido, que no podré seguir engañándolo, yo misma le diré que no podremos continuar nuestra relación, pero quiero que me recuerde como una mujer guapa, como una mujer completa
—Eres una mujer guapa y completa, desplazarte en una silla de ruedas no te impide ser mujer
—Hazlo, por favor, lo necesito
—Me pides algo que estoy segura te van a perjudicar, que lo lamentarás en algún momento. Además se dará cuenta, cada una tenemos nuestra forma de hablar, nuestras expresiones, cada una decimos las cosas de una manera distinta, cuando llevemos un rato charlando, se dará cuenta que algo es diferente
—Será mi responsabilidad, te lo prometo, yo asumo cualquier cosa que pase

Ana sin convicción accedió a ayudar a Lucía, se le partía el corazón saber el sufrimiento que había pasado y ahora, cuando una ilusión le había devuelto las ganas de vivir, no podía ser ella quien se las cortara
—Quiero que te hagas pasar por mí, actúa con total tranquilidad, no quiero que sospeche nada, que se te escape una mirada e intuya que no soy yo. Compórtate con naturalidad, me conoces muy bien, sabes mi manera de hablar, conoces mis defectos y mis virtudes
—Pero no conozco nada de él, no sé qué decirle ni de que habéis hablado, qué hago si la conversación comienza a ser íntima, si me pregunta cosas que sólo tú y él sabéis 
—Intenta desviar la conversación hacia cosas banales, no te preocupes por él, te seguirá según tus deseos, no te insistirá con nada, se amoldará a ti
—No estaré más de una hora, pasado ese tiempo me iré
—Gracias Ana, eres un cielo
—Lo haré lo mejor posible


Ana no se siente tranquila, sabe que está haciendo mal, que se arrepentirá pero se ha comprometido y seguirá adelante, se encuentran en una cafetería
—Hola Lucía, al fin nos conocemos, cómo estás
—Estoy bien, un poco nerviosa, tengo miedo de no gustarte
—No te preocupes, todo estará bien, tú me gustabas antes de conocerte

La imaginación a través de las palabras y expresiones va formando una imagen, sus características físicas se van modelando a medida que se va conociendo, según su comportamiento, el tono de su voz, la manera de conducir las situaciones. Cuando Arturo vio aparecer a Lucía, se sorprendió, se la imaginaba distinta, la idea que se había formado no correspondía con la imagen que tenía delante, las veces que habían reído al hablar por teléfono, o las conversaciones íntimas que habían mantenido, no se correspondían con las facciones que veía. Le gustaba, era una mujer hermosa, pero no era como se la había imaginado, enseguida comprendió que nunca podría haberse imaginado una cara y un cuerpo mediante las palabras, es lo mismo que ocurre con los locutores de radio, en persona son totalmente distintos a la idea que nos hacemos al escucharlos

Ana no lo conocía, tenía sólo algunas referencias que Lucía le había dado en las escasas ocasiones que le había hablado de él, pero en realidad, no sabía nada, sin embargo, se dio cuenta que había algo que no encajaba, ella se sentía una mujer atractiva, así lo demostraban las miradas a las que estaba acostumbrada, pero sintió como una leve desilusión por parte de Arturo
—No te gusto, lo veo en tu cara 
—Por favor, no digas eso, eres preciosa, sí me gustas, me gustabas antes de conocerte, la idea que nos formamos es diferente, debe ser eso lo que ves reflejado en mi cara, un momento de confusión, nada más. Me gustas tú. Quizá soy yo el que no te haya gustado, también lo veo en tu cara 
—No, para nada, me pareces atractivo, supongo que a ambos nos ha pasado lo mismo, no nos hemos sabido identificar 
—Pronto nos encontraremos a nosotros mismos y estaremos más cómodos viéndonos 

Aunque él no lo manifestó, percibió algo distinto, al principio no sabía qué era, pensó que sería el estado de inquietud propio de esa primera vez que se veían, pero después supo que no era eso, que la familiaridad de siempre no había aparecido hoy, antes en ningún momento había sentido la frialdad que sentía hoy, a pesar de ello, se sabía con Lucía y eso lo tranquilizó y le devolvió la confianza, pensó que era fruto de ese primer encuentro visible y que se iría normalizando

Estuvieron la hora prometida por Ana, lo pasaron bien, se miraron, rieron, hablaron de banalidades tal como Lucía había sugerido, el tiempo pasó rápido. Pero al finalizar, la preocupación de Ana aumentó, ¿qué significaba esto?, ¿tendría que volver a repetir aquella falsa para no desilusionar a Lucía?, ¿sería la última vez porque Lucía volvería para decirle que no podían continuar?, ¿para decirle que se alegraba mucho de haberlo conocido, que se sentía muy a gusto con él, que lo quería, y sin embargo debían dejarlo?, ¿tendría Lucía que haberse negado a conocerlo?, ¿tendría que haberle dicho la verdad para que igualmente se hubiese desilusionado y quedar en su recuerdo tal como la realidad de la vida la había dejado?. Sin duda, cualquiera de los caminos sería doloroso para ambos 

Lucía por su parte a pesar de no tener respuesta a ninguna de las preguntas que le hacía Ana ni para las que ella misma se había hecho y no haber encontrado ningún camino que le resultara satisfactorio, durante aquella larga hora para ella en la que había estado aguardando a solas, sufriendo, llorando mientras su amor y su amiga se estaban viendo, había comprendido, aquella larga hora le había proporcionado la luz para saber cuál era la salida del túnel en el que había entrado
—¿Qué piensas hacer ahora? — le preguntó Lucía
—Esta hora que he pasado a solas me ha servido para encontrar la salida, tengo la respuesta 
—¿Cuál es Lucía? 
—Decir la verdad 
—Sí, decir la verdad es la única salida

Ha llegado el momento de confesar lo que ha ocultado durante este tiempo, el momento de enfrentarse a sí misma y comprobar si su amor es lo suficientemente fuerte como para superar un engaño y su incapacidad física, ahora comprende que es algo que debería haber puesto de manifiesto desde el primer momento, pero en aquel instante ni siquiera había imaginado que el amor llegara, antes de darse cuenta ya se le había escapado de las manos y ahora se siente atrapada de tal manera que le falta el aire

Ya no puede continuar así, ha llegado al cruce donde su camino acaba y debe continuar por otro diferente o bien dar la vuelta y volver sobre sus pasos a su punto de partida. Ésta última alternativa es la que le corroe el alma porque, es la que conoce y la que la ha hecho sufrir, el resto de caminos le son nuevos y sabe que no pueden ser peores, debe arriesgar el todo por el todo y está dispuesta a perder, le queda la ilusión de no perder su amor

—Te tengo que confesar algo que me avergüenza. Durante todo este tiempo te he ocultado un aspecto de mi vida que me ha hecho sufrir y ahora que creía haber superado mi sufrimiento, me doy cuenta que lo mantengo más vivo por el pesar que me produce no haber sido sincera contigo
—Todos ocultamos algo, somos humanos, por lo tanto imperfectos, no se nos puede exigir perfección, nos equivocamos, cometemos errores, nos guardamos cosas por los temores que tenemos. Puedo comprender tus miedos
—Lo que quiero confesarte, es algo que nunca debí ocultarte, y de lo que ahora me arrepiento. Si el día que nos conocimos hubiera imaginado que podría haber surgido el amor entre nosotros, te lo hubiera dicho en ese momento, pero nunca pensé que llegáramos a enamorarnos, después cada vez me resultaba más difícil contártelo, cada día lo veía más lejano, sumida en mi equivocación creí que podría mantenerlo oculto siempre, pero un día dijiste que querías verme, mi castillo de naipes se derrumbó en un instante
—Tranquilízate, Lucía, confío en ti, escucharé lo que tienes que decirme e intentaré comprender por qué lo has ocultado, estoy seguro que tendrás una razón, me pondré en tu lugar e intentaré comprenderte
—Hace unos años sufrí un accidente que me dejó en silla de ruedas, también me dejó algunas cicatrices en la cara que no he querido que sepas. Hay algo peor, ayer, la persona que viste no era yo, sino mi amiga Ana, le pedí que se hiciera pasar por mí, estaba convencida que cuando supieras de mi incapacidad, romperías nuestra relación. Yo ya lo había asumido, pensé que sería mejor que fuera yo misma quien rompiera, poner a otra persona en mi lugar para que me recordaras como una mujer hermosa y después decirte adiós, pero no puedo cargar con un engaño así, necesito decirte la verdad. Estoy convencida que esto te causará dolor y entenderé y aceptaré lo que decidas
—Desde el primer momento que te conocí supe que significabas algo muy especial para mí, a medida que el tiempo fue pasando y te fui conociendo, esa primera sensación se confirmó, empecé a quererte, después supe que en realidad te quería antes de conocerte, eras el amor que estuve esperando y nunca se cruzó en mi camino, fuiste la luz en mi oscuridad. Yo habitaba en la oscuridad, primero vi la luz de la lámpara que sostenías en tu mano, luego te alejaste dejándome de nuevo en las tinieblas pero volviste y me hiciste señales, como una luciérnaga giraste a mi alrededor dando movimiento y vida a mi noche, porque sabías que yo también te estaba buscando. No tuve ninguna duda que eras tú, que eras la luz que desde siempre había esperado que me iluminara, sabía que volverías, que no nos separaríamos, es una sensación que no había sentido antes, ahora estoy seguro, te buscaba y te quería antes de conocerte, mi vida ha girado en torno a ti desde siempre
—Me emociona lo que dices, cuando te escucho, mis miedos y dudas se desvanecen. Sé que tú siempre estuviste en mí, sin ti jamás pude ser yo misma, contigo he conocido la felicidad y ahora sigues aquí, no quiero soltar tu mano por que sin ti me perdería
—Nuestras manos permanecerán unidas, esa circunstancia de tu vida no cambia el amor que siento por ti

JM Paredes

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