5 jul 2023

46. Un lago tranquilo


No percibí su presencia, no me había dado cuenta que me observaba mientras me desnudaba, fui al lago al que acudo a diario a bañarme desnudo, a sentir la libertad. No sabía que ella también estaba allí, escondida tras los árboles, tampoco miré porque no me importa mostrar mi desnudez

Como en un ritual dejé la ropa doblada sobre la mochila que me acompaña y avancé descalzo hacia la orilla pisando piedras y trozos de ramas caídas, algunas se quiebran al pisar y me hieren levemente los pies, pero me mantengo impasible ante ese leve dolor, al contrario, lo intento saborear, me mido a mí mismo en él, podría soportar mucho más sin dar muestras de pesar. Respiro hondo y me siento vivo, camino con pasos lentos para no ahuyentar a los animales que viven en el bosque, el lugar es tan silencioso que puedo escuchar las hojas de los árboles caer

En la orilla me invade la excitación al saber que un instante después sentiré el agua fría acariciando mi piel, conforme entro noto el lago queriéndome tener. En el instante que lo percibo siento su deseo por tenerme, me detengo y miro, miro alrededor contemplando los mil ojos que me miran, algunos pájaros posados en frágiles ramas dejan de piar, una ardilla se entretiene mordisqueando una nuez, un cervatillo deja de brincar y me mira sorprendido, aunque siempre lo está. En el lago estoy yo y nadie más

Solo entonces, cuando sé que todo está en orden me zambullo con los ojos cerrados, ahora sí me estremezco al contacto con el agua fría. Me siento inmerso en un medio que no es el mío, pero que me acoge queriéndome retener para sí, doy unas brazadas con los ojos cerrados, tengo miedo de abrirlos y ver la profunda oscuridad que hay debajo, pero si los mantengo cerrados me siento seguro, no tengo miedo

Cuando emergí, ella estaba allí, en la orilla, mirándome, dejé de nadar y comprobé si hacía pie, me quedé inmóvil mirándola y ella, sin decir nada, se desnudó, dejó caer su ropa, se acercó  lentamente sin inmutarse, yo podía sentir su creciente excitación a medida que el agua fría la cubría, cuando le llegó al vientre se zambulló, tardó un instante en salir, y cuando lo hizo fue junto a mí, se puso en pie, el agua le cubría justo el pecho, como a mí, la cara la tenía empapada y en las pestañas se le habían formado pequeñas gotas de agua que brillaban con con los rayos del sol

Nos miramos durante un momento y nos zambullimos los dos, dimos unas brazadas bajo el agua mientras nos quedó aire en los pulmones, nadamos entrecruzándonos, resbalando piel con piel hasta que nuestros cuerpos se enfriaron por el agua helada, salimos a la orilla y nos fuimos sin decir nada

Desde entonces acudo cada día con la esperanza de volverla a ver, pero nunca más la he visto, me pregunto si sería una alucinación

JM Paredes

4 jul 2023

45. El maquinista


Hace tiempo que paso junto a una locomotora que han colocado como decoración urbana en unos jardines de mi ciudad, es una reliquia de la historia de un tiempo pasado que no volverá, sin embargo hace unos días hubo algo que llamó poderosamente mi atención, una sensación que me impulsaba a detenerme y acercarme, me aproximé. A medida que me acercaba la sensación iba siendo más intensa. Sentí miedo y me alejé, me fui con el sentimiento de algo muy impreciso y extraño, pasaron varios días y no podía desprenderme de esa sensación, se había quedado anclada en lo más profundo de mi conciencia, incluso en sueños la sentía, me llamaba

Unos días después me armé de valor y decidí ir para comprobar si se mantenía. Tal como imaginaba, nada más verla a lo lejos, la sensación se incrementó, me acerqué, pasé por encima de la pequeña valla que rodea el jardín y me aproximé, cuando estaba a unos centímetros alargué la mano y la toqué, me así a la barandilla de su escalera y subí hasta el interior

Una vez dentro, la neblina empezaba a envolverme, no me dejaba ver más que lo que tenía más próximo, los sonidos de la calle cada vez se hacían más tenues y la neblina se convertía en una densa niebla que me impedía ver más allá del pequeño espacio interior de la locomotora. Puse mis manos sobre los mandos y los noté calientes, empecé a sentir el calor procedente del fuego de la caldera, acerqué la mano al fogón y casi me quemo, empecé a sentir el olor a carbón ardiendo. Miré mis manos y estaban negras, manchadas por el polvo que desprende el carbón, miré a mi alrededor y la vida empezó a resurgir, olores y sonidos que me resultaban familiares, sentía la fuerte respiración del monstruo en el que me encontraba, puse la mano sobre la palanca que abre la válvula que conduce la presión del vapor a los pistones, la bajé con fuerza, el tren dio una violenta sacudida, un chorro de vapor salió por los costados junto a las ruedas

El tren se puso en marcha, la densa niebla se fue dispersando dejando paso a un paisaje que me resultaba familiar, sí..., es la ruta que he hecho mil veces, los mismos árboles, los mismos puentes, el mismo traqueteo, los mismos olores, el mismo sabor a carbón en los labios y las mismas gotas de sudor recorriendo mi cara. No tengo ninguna duda, éste es mi tren, el tren que he conducido durante años, pero en una época ya pasada y olvidada hasta hoy

Me miro al espejo y me veo a mí mismo, con la cara negra como el carbón que voy metiendo con repletas paladas en los fogones, veo mi mono que esta mañana era azul y ahora es tan negro como el tizón, veo las venas de mis brazos hinchadas por la sangre que bombea mi corazón y veo las gruesas gotas de sudor negro estrellarse contra el suelo al caer desde mi cara. Me siento muy feliz, el tren sigue el camino de siempre, noto un ligero nerviosismo y detengo mi actividad al pasar junto a una pequeña casa, en la puerta hay una mujer que saluda a mi paso, me dedicó la misma sonrisa que cada día llega a mi corazón, besa su mano abierta y sopla un beso hacia mí, siento como su dulzura llega a mis labios, todavía conservo su sabor, cierro los ojos y sigo viendo los hoyitos que producen la sonrisa en su cara y sus ojos mirándome con la misma dulzura de cada día 

Poco a poco comienza a surgir una nueva neblina que se va convirtiendo en una espesa bruma, lo envuelve todo, el sonido de la marcha del tren comienza a atenuarse hasta resultar inapreciable, miro mis manos y vuelven a estar blancas y mi ropa limpia, la niebla se va disipando y la caldera enfriándose hasta que aparece de nuevo la realidad

Ahora, cada vez que paso junto al tren, oigo un lejano susurro del traqueteo sobre las vías y siento en los labios una ligera dulzura como de miel, cierro los ojos un instante y creo ver los hoyitos que producen en su cara la sonrisa

JM Paredes

12 ene 2023

44. El monstruo del lago Ness


No te mentí cuando te dije que conocí en persona al monstruo del lago Ness, alguna aventura hemos compartido y más de un peligro hemos sorteado y siempre salimos airosos, pero la historia es larga

Corría allá por el año de María Castaña, de eso hace mucho tiempo, tú no la habrás conocido porque eres muy joven, qué juventud la tuya que sólo recuerda esta breve existencia terrenal, pero yo que he vivido ya muchas vidas sí la conocí, qué mujer... cómo me gustaría que la hubieras conocido, su valentía impresionaba, decidida hasta donde sólo alcanza la imaginación, no se echaba para atrás ante peligro alguno y qué forma de querer y qué manera de amar, siempre la recordaré, en ésta vida y en las siguientes

Como te decía, corrían aquellos remotos años cuando atraído por los lamentos que produce la injusticia y el olor a pólvora quemada, llegué a esas tierras lucenses donde María Castaña habitaba, pronto me vi enredado en la lucha contra los atropellos que los poderosos hacen a la gente honrada que en aquella época se cometían, y no puedo decir que fuera muy a mi pesar, porque en aquellas revueltas me imbuí hasta no poder más, y así fue como la conocí, enarbolando la bandera de la libertad

Pero como es sabido, el mal siempre suele tener las de ganar y la justicia por el contrario suele fracasar y a pesar de poner todo nuestro empeño, eso fue lo que pasó, la lucha por la libertad fracasó y tuvimos que marchar, aunque algunos lo llamaron huir, pero no nos importó huir si así habría de ser porque, a pesar que el mal con afán nos perseguía, nunca nos alcanzó

Nuestros pasos nos llevaron a la ría de Vivero y desde allí, de polizontes nos agazapamos bajo unas raídas lonas en un barco que ni si quiera sabíamos hacia donde partiría, pero tampoco nos importó, porque sabíamos que fuésemos donde fuéramos íbamos en busca de la libertad. A los dos días y cuando no podíamos soportar más, con el cuerpo entumecido, nos vimos obligados a salir, los pocos tripulantes que en el barco había se quedaron pasmados cuando nos vieron aparecer muertos de hambre, tiritando de frío y suplicando unas gotas de agua con las que calmar la sed

Por suerte eran mercaderes escoceses que comerciaban con las por aquella época apreciadas pieles de armiño, que portaban desde Escocia a todos los rincones del Atlántico conocido donde las supieran apreciar y las pudieran pagar. Al principio amenazaron con arrojarnos por la borda, aunque estuve seguro que su única intención era la de asustarnos para que accediéramos a desembarcar voluntariamente en el próximo puerto al que arribasen, sin embargo nuestra pretensión era la de seguir con ellos hasta su destino, es decir, hasta el final, insistimos en que no nos bajaríamos del barco hasta llegar a Escocia, refunfuñaron como si les estuviéramos arrancando los escasos dientes que todavía quedaban en sus desdentadas bocas, nos amenazaron con echarnos por la borda, renegaron de sus dioses y nos maldijeron con las más atroces palabras que encontraron en las oquedades de sus estériles cabezas, pero no conocían a María Castaña... cuando comprendieron la firmeza de su determinación tuvieron que aceptar que o bien nos tendrían que lanzar por la borda sabiendo que más de uno de ellos también caería o tendrían que llevarnos con ellos hasta el final 

Como en el fondo eran buena gente y su valentía no se contaba precisamente por docenas y además no llevábamos nada de valor que nos pudieran arrebatar, nos dejaron continuar a cambio de trabajar con ellos como el que más, María Castaña se arremangó y con furia preguntó “¡por dónde hay que empezar!”, los caledonios sorprendidos por tanta intrepidez y tanta osadía explotaron en carcajadas de risas, a lo que María Castaña cogiendo por la pechera al que tenía más cerca lo empujó hasta la borda y gritó “¡alguien quiere darse un baño!”. Qué arrojo y qué valentía, los caledonios sorprendidos dejaron las risas a un lado y comprendieron que las agallas de aquella mujer no eran para tomársela a broma, mientras yo por mi parte... atento hacia dónde podría arrastrarnos su arrebato, pensé “madre mía...” 

Tardamos una eternidad en llegar a destino, recorrimos el Cantábrico de punta a punta, después bordeamos las costas francesas de Gascuña y Aquitania y también las bretonas, las de Neustria y Frisia hasta llegar a la población de Calais, allí nos tuvimos que detener dos semanas porque el paso a la ciudad inglesa de Dover era del todo innavegable como consecuencia de un tremendo temporal que hundiría cualquier barco que osara salir al mar

En Calais, debido a la terrible tempestad de truenos, relámpagos y desesperante lluvia que parecía no terminar nunca, decidimos desembarcar y alojarnos en una posada del puerto, no sin antes hacerles jurar a los caledonios que nos volverían a permitir embarcar y continuar con ellos hasta el final. En la posada pasamos las catorce noches y los quince días que permanecimos en Calais, sin salir ni a comer, las viandas, vinos y agua nos las servían en la misma cámara donde permanecimos recluidos... qué mujer... qué manera de querer y qué forma de amar... mil vidas que viviese, mil vidas la recordaría

Por fin el temporal amainó y los escoceses cumplieron su juramento de volver a permitir embarcarnos y nos enrolamos con ellos partiendo hacia Dover, continuamos siguiendo las costas inglesas y después las escocesas hasta bordear el cabo que llaman Rattray Head y entrando en un fiordo al que llaman de Moray llegamos a la ciudad de los Highland llamada Inverness 

Nos pareció un lugar lo suficientemente remoto, fantástico y alejado de nuestro reciente pasado que decidimos quedarnos y recorrerlo sin rumbo fijo, solo con el compromiso de guiarnos por los exclusivos designios del azar y al llegar a una encrucijada echar una moneda al aire y que fuera el capricho del destino quien eligiera qué camino debíamos tomar. Así lo hicimos por cien encrucijadas hasta que nuestro destino nos llevó a las puertas de un castillo al que llamaban Urquhart, propiedad de Sir Robert Lauder, dado que el camino por el que nos condujo nuestro destino terminaba allí, allí debía ser donde el destino nos querría llevar, y allí llamamos a las puertas del castillo y ante el mismísimo Sir Robert, unos vasallos nos aceptaron llevar

Hombre sereno era Sir Robert Lauder, nos hizo sentar junto a la enorme chimenea que calentaba el gran Salón, nos ofreció de beber y de comer y nos pidió que le contásemos qué nos había llevado a tan remoto lugar. Le explicamos la travesía en busca de aventuras y libertad, pero sin embargo le ocultamos que huíamos de una lucha perdida contra la codicia y la opresión, porque tuvimos la sensación que Sir Robert no nos entendería ni se pondría en nuestro lugar y que un noble, noble es, y sus derechos querría defender aunque tuviera que aplastar a los demás, en todos lados debía ser igual 

Agradecimos a Sir Robert su atención y su amabilidad, pero cuando estábamos por partir, nos dijo que nos quedáramos a pasar unos días en su castillo. María Castaña, mujer de intuición me hizo un gesto de que no le parecía bien, pero, la tuve que contradecir porque no podíamos ser desagradecidos, además el destino nos había llevado a aquél lugar y por algo debía ser, así que le hice un gesto de que sí y fue ella misma la que dijo a Sir Robert que estaríamos encantados de ser sus invitados

Fue la mañana siguiente cuando Sir Robert Lauder nos habló de un monstruo que habitaba en el lago, el lago Ness, y que atemorizaba a los campesinos y pescadores del lugar y de vez en cuando se llevaba a alguno en sus fauces al fondo del lago y jamás volvía a aparecer, le encantaba devorar a pescadores y campesinos. Nos dijo que si fuésemos capaces de encontrarlo nos recompensaría generosamente, preguntamos por qué no lo buscaban ellos mismos, pero respondió que los habitantes del lugar le tenían tanto miedo que ni siquiera se atrevían a acercarse a la orilla del lago

María Castaña que es intrépida a no poder más, entusiasmada aceptó y juró que lo encontraría, yo no pude más que pensar “madre mía... ”, pero no me quedó más remedio que mostrar también un forzado entusiasmo por no contrariarla una vez más

Así que partimos del castillo de Urquhart recorriendo la orilla del lago y hablando y preguntando a todo aquél con quien nos encontrábamos, pero nadie quería hablar, todos tenían un miedo atroz y salían despavoridos corriendo. Pensamos que el monstruo debía ser realmente terrorífico y hasta yo mismo empezaba ya a sentir cierto temor al andar por la orilla del lago, pero como María Castaña me miraba y negaba con la cabeza, no me quedaba más remedio que hacerme el valeroso y simular que no me asustaba ningún monstruo y mucho menos uno que no podía salir del agua, o... sí... pensé... bueno, daba igual, ya había asumido que seríamos uno de tantos que había terminado en su enorme panza, pero bueno, al menos terminaríamos nuestra aventura caledonia juntos aunque fuera disueltos en los jugos gástricos de un horrible monstruo de agua dulce

Al tercer día de deambular por la orilla, cuando más distraídos estábamos contemplando cómo un colibrí parecía parado en el aire succionando el néctar de una flor, un monstruo enorme surgió de las oscuras profundidades del lago con una desproporcionada rapidez y se plantó ante nosotros, no pudimos hacer más que permanecer inmóviles por el asombro y el terror que se nos apoderó, yo, lo único que pude pensar fue “madre mía... ”, esperé unos segundos que se me hicieron eternos aguardando que el monstruo se abalanzase hacia nosotros y nos devorase, pero los segundos pasaron y abrí los ojos y allí seguía, a un metro de distancia mirándonos a los ojos, miré a María Castaña y ella me miró a mí como preguntándome “porqué no nos come... ”, yo le hice un gesto de no saber y volvimos la vista a los ojos del monstruo y así esperamos no sé cuánto, hasta que empezamos a convencernos que si nos quería devorar, ya debería haberlo hecho, el monstruo nos miraba primero a uno y después al otro, nos mirábamos los tres, nosotros asombrados y él... él daba la sensación que se divertía, que se reía de nosotros y lo que me temía.... a María Castaña no le sentó nada bien que el monstruo se le riera en la cara y eso... eso sí que me asustó... porque María Castaña cabreada no sabías por dónde podría salir, y lo que me temía... con los ojos enrojecidos de furia se acercó a la cara del monstruo y le gritó echándole el aire con toda la fuerza de sus pulmones a la cara “¡de qué te ríes!”, yo pensé “madre mía... “. 

El monstruo, se echó para atrás sorprendido por tan tremendo y enojado grito, y al cabo de un momento, cuando el monstruo salió de su asombro respondió “¿yo?, de nada”, María Castaña me miró y me dijo “¿qué ha dicho?”, yo le respondí, “ha dicho que de nada”, “¿de nada?”, y el monstruo repitió “sí, de nada

Resultó ser, para abreviar, que el monstruo no sólo hablaba, sino que era de lo más amable y cortés y nos dijo que no entendía porqué todo el mundo lo temía y todo el mundo salía corriendo cuando lo veía, y si se quedó esperando sorprendido ante nosotros era precisamente porque no habíamos salido corriendo al verlo. Le dijimos que Sir Robert Lauder nos había dicho que devoraba a los campesinos y pescadores y que todos los habitantes vivían atemorizados por él. Sin embargo él lo negó, al contrario, a más de un pescador había salvado en una noche oscura de tormenta, pero como todos le tenían tanto miedo que salían corriendo, no había tenido la oportunidad de decirles que simplemente vivía apaciblemente en el lago sin hacer daño a nadie y que su afán no era más que de ayudar a quien pudiera

María Castaña se arremangó y le dijo al monstruo, “ahora mismo nos vamos los tres a la aldea y que todos vean que no eres un terrible monstruo, sino un ser sensible y cariñoso que vive en el mismo lago que los demás” 

Así fue cómo todos los aldeanos comprendieron que nada tenían que temer, que no era una horrible fiera, sino un manso y cariñoso habitante del mismo lago que a todos daba de comer. Y Sir Robert Lauder, en agradecimiento a nuestro valeroso comportamiento nos premió con los honores de ser llamados, al menos en aquellas tierras como Miss Castaña y Sir Jose, aunque... ya de eso hace tanto que, que bueno... que tan distinguido tratamiento se diluyó en el tiempo y ahora me conformo con Chema o Jose, como tú prefieras

JM Paredes

4 ene 2023

43. Ver las gotas caer


Varios días seguidos lloviendo me mantienen encerrado en casa sin poder salir, de vez en cuando me asomo a la ventana para ver la lluvia caer, los viandantes se protegen con sus paraguas, otros los han olvidado en casa o no les importa mojarse, paso el tiempo distraído contemplando el monótono golpeteo de las gotas de agua, en ocasiones unas caprichosas ráfagas de viento las mueve a su antojo

Mientras las gotas continúan incansables golpeando el suelo, se ha formado un riachuelo que se precipita por la calle que está anegada, el agua corre despavorida cuesta abajo, las gotas más gruesas producen enormes salpicaduras formando burbujas de aire atrapado en su interior que corren veloces siguiendo el curso del agua hasta que se precipitan en las profundas oscuridades de la ciudad, en su irracional recorrido hacia el mar

Por un momento el temporal parece apaciguarse intentando detener el sollozo, pero las nubes permanecen infladas, repletas del agua que nos da la vida. Sin piedad, amenazantes de nuevo, vuelven a verter su contenido con mayor ahínco sobre el techo de los coches y los paraguas de los que osan andar todavía por la calle, que aligeran el paso para resguardarse bajo los salientes de los edificios, esperando inútilmente la misericordia de esos negruzcos nubarrones que parecen disfrutar arrojando sus aguas sobre ellos

Por fin, agotadas tras un frenético vertido, rendidas ante el insaciable suelo, no les queda más remedio que retirarse derrotadas sin volver la vista atrás, abandonan la ciudad y se repliegan en el mar, seguramente para reponer fuerzas y volver más tarde para continuar con su inagotable actividad

Solo entonces, cuando ha amainado, aunque sea transitoriamente, salgo a la calle, es un momento único, el aire se ha limpiado de su viciada contaminación, se respira mejor, el olor a tierra mojada es tremendamente seductor. La luz del sol que un momento atrás estaba amansada por la fuerza de las espesas nubes, comienza a aparecer tímidamente, indecisa al principio, sin pretensiones, no se atreve a mostrar todo su esplendor hasta estar segura que las nubes no regresarán

Pasear en ese instante es un placer, todo lo que se ve parece renovado, la humedad satura el ambiente, es un momento mágico e inigualable, me acerco a una zona ajardinada, veo una pequeña planta completamente verde rebosante de vida que sobresale entre las hojas caídas y que ha querido retener entre las suyas propias unas gotas de lluvia con las que calmar su sed más tarde

JM Paredes

3 ene 2023

42. Capaz de amar

Ana entra un día más en la habitación de su amiga Lucía, están muy unidas, desde que eran niñas han compartido muchos de las mejores y peores acontecimientos de sus vidas, entre los peores se encuentra un accidente de moto hace más de cinco años, en el que Lucía sufrió una lesión medular que la mantiene en una silla de ruedas, además, no llevar casco le ocasionó lesiones faciales, la reconstrucción de su cara fue más complicada y dolorosa de lo imaginado, no pudieron evitarse cicatrices, aunque con el tiempo han ido difuminándose

Era Ana la que conducía, Lucía le pidió que la llevara a su casa después de unas copas la noche de un sábado. No estaba lejos, debían haber bastado unos minutos, pero la fatalidad se cruzó en su camino, una sombra se interpuso delante de ellas, quizá un pequeño animal, o un papel arrastrado por el viento hizo perder el equilibrio y caer al suelo, no fue muy violento, pero una farola se atravesó en el camino del cuerpo de Lucía cuando se deslizaba por el suelo. Ana resultó ilesa, unos roces en piernas y brazos, el casco le evitó los golpes en la cabeza

Un sentimiento de culpa la corroe, no debió ceder a la insistencia de Lucía, no estaba en condiciones de conducir. Lucía, quedó anímicamente derrotada, no fue el dolor físico, ni siquiera las heridas de la cara, fue la silla de ruedas lo que la destrozó 

Desde hace un tiempo, ha encontrado un escape, una forma de salir de su mundo para adentrarse en uno nuevo, de relacionarse ella misma manteniéndose ajena a su estado, solamente su yo más interior. Ana le regaló un ordenador portátil y le enseñó cómo abrirse a ese nuevo mundo, le enseñó a comunicarse con otras personas en situaciones de alguna carencia como ella misma, personas que buscan compartir cualquier cosa, desde una sonrisa a un momento de pasión o simplemente una conversación. Lucía no estaba familiarizada, pero se dejó enseñar y poco a poco se introdujo en un mundo que no había sospechado
—Tienes que ayudarme, —dijo Lucía cuando vio a Ana cruzar la puerta 
—Claro que sí, qué necesitas que haga por ti 
—Es Arturo, quiere verme, pero no puedo mostrarme tal como soy, se desilusionará, no le he dicho toda la verdad, he inventado cosas, he puesto mucho en juego, me he apoyado en él, Ana, significa mucho para mí, no puedo perderlo. Tienes que ayudarme

Lucía sabe que no está haciendo bien ocultando su situación, pero también sabe que necesita volver a tener la ilusión que hace mucho tiempo perdió, la tiene que recuperar porque su vida dejó de carecer de sentido. Ahora ha encontrado un aliciente para hacer el esfuerzo horrible de pasar de la cama a la silla de ruedas, se ha dado cuenta que es el medio que tiene para encontrarse con alguien que la llena de emociones y sentimientos

Todo está funcionando como en un sueño, un feliz sueño en el que va guiando los acontecimientos según su gusto y su voluntad, ha sido un tiempo maravilloso en el que ha olvidado lo físico y se ha basado únicamente en el interior, en su propio yo, pero de repente ha surgido algo que la inquieta profundamente, es el momento de volver a la realidad, el momento de despertar de su sueño
—Ana escúchame, dice que quiere verme, quiere verme, saber como soy, y no quiero que se desilusione, no quiero que vea mi cara marcada por las cicatrices y me vea incapacitada. Tienes que hacerme un favor, te necesito
—Que puedo hacer por ti, no sé cómo puedo ayudarte
—Quiero que seas tú la que vaya, que te hagas pasar por mí
—No puedes engañarlo, tarde o temprano te descubrirá y no volverá a confiar en ti
—Sé que todo está perdido, que no podré seguir engañándolo, yo misma le diré que no podremos continuar nuestra relación, pero quiero que me recuerde como una mujer guapa, como una mujer completa
—Eres una mujer guapa y completa, desplazarte en una silla de ruedas no te impide ser mujer
—Hazlo, por favor, lo necesito
—Me pides algo que estoy segura te van a perjudicar, que lo lamentarás en algún momento. Además se dará cuenta, cada una tenemos nuestra forma de hablar, nuestras expresiones, cada una decimos las cosas de una manera distinta, cuando llevemos un rato charlando, se dará cuenta que algo es diferente
—Será mi responsabilidad, te lo prometo, yo asumo cualquier cosa que pase

Ana sin convicción accedió a ayudar a Lucía, se le partía el corazón saber el sufrimiento que había pasado y ahora, cuando una ilusión le había devuelto las ganas de vivir, no podía ser ella quien se las cortara
—Quiero que te hagas pasar por mí, actúa con total tranquilidad, no quiero que sospeche nada, que se te escape una mirada e intuya que no soy yo. Compórtate con naturalidad, me conoces muy bien, sabes mi manera de hablar, conoces mis defectos y mis virtudes
—Pero no conozco nada de él, no sé qué decirle ni de que habéis hablado, qué hago si la conversación comienza a ser íntima, si me pregunta cosas que sólo tú y él sabéis 
—Intenta desviar la conversación hacia cosas banales, no te preocupes por él, te seguirá según tus deseos, no te insistirá con nada, se amoldará a ti
—No estaré más de una hora, pasado ese tiempo me iré
—Gracias Ana, eres un cielo
—Lo haré lo mejor posible


Ana no se siente tranquila, sabe que está haciendo mal, que se arrepentirá pero se ha comprometido y seguirá adelante, se encuentran en una cafetería
—Hola Lucía, al fin nos conocemos, cómo estás
—Estoy bien, un poco nerviosa, tengo miedo de no gustarte
—No te preocupes, todo estará bien, tú me gustabas antes de conocerte

La imaginación a través de las palabras y expresiones va formando una imagen, sus características físicas se van modelando a medida que se va conociendo, según su comportamiento, el tono de su voz, la manera de conducir las situaciones. Cuando Arturo vio aparecer a Lucía, se sorprendió, se la imaginaba distinta, la idea que se había formado no correspondía con la imagen que tenía delante, las veces que habían reído al hablar por teléfono, o las conversaciones íntimas que habían mantenido, no se correspondían con las facciones que veía. Le gustaba, era una mujer hermosa, pero no era como se la había imaginado, enseguida comprendió que nunca podría haberse imaginado una cara y un cuerpo mediante las palabras, es lo mismo que ocurre con los locutores de radio, en persona son totalmente distintos a la idea que nos hacemos al escucharlos

Ana no lo conocía, tenía sólo algunas referencias que Lucía le había dado en las escasas ocasiones que le había hablado de él, pero en realidad, no sabía nada, sin embargo, se dio cuenta que había algo que no encajaba, ella se sentía una mujer atractiva, así lo demostraban las miradas a las que estaba acostumbrada, pero sintió como una leve desilusión por parte de Arturo
—No te gusto, lo veo en tu cara 
—Por favor, no digas eso, eres preciosa, sí me gustas, me gustabas antes de conocerte, la idea que nos formamos es diferente, debe ser eso lo que ves reflejado en mi cara, un momento de confusión, nada más. Me gustas tú. Quizá soy yo el que no te haya gustado, también lo veo en tu cara 
—No, para nada, me pareces atractivo, supongo que a ambos nos ha pasado lo mismo, no nos hemos sabido identificar 
—Pronto nos encontraremos a nosotros mismos y estaremos más cómodos viéndonos 

Aunque él no lo manifestó, percibió algo distinto, al principio no sabía qué era, pensó que sería el estado de inquietud propio de esa primera vez que se veían, pero después supo que no era eso, que la familiaridad de siempre no había aparecido hoy, antes en ningún momento había sentido la frialdad que sentía hoy, a pesar de ello, se sabía con Lucía y eso lo tranquilizó y le devolvió la confianza, pensó que era fruto de ese primer encuentro visible y que se iría normalizando

Estuvieron la hora prometida por Ana, lo pasaron bien, se miraron, rieron, hablaron de banalidades tal como Lucía había sugerido, el tiempo pasó rápido. Pero al finalizar, la preocupación de Ana aumentó, ¿qué significaba esto?, ¿tendría que volver a repetir aquella falsa para no desilusionar a Lucía?, ¿sería la última vez porque Lucía volvería para decirle que no podían continuar?, ¿para decirle que se alegraba mucho de haberlo conocido, que se sentía muy a gusto con él, que lo quería, y sin embargo debían dejarlo?, ¿tendría Lucía que haberse negado a conocerlo?, ¿tendría que haberle dicho la verdad para que igualmente se hubiese desilusionado y quedar en su recuerdo tal como la realidad de la vida la había dejado?. Sin duda, cualquiera de los caminos sería doloroso para ambos 

Lucía por su parte a pesar de no tener respuesta a ninguna de las preguntas que le hacía Ana ni para las que ella misma se había hecho y no haber encontrado ningún camino que le resultara satisfactorio, durante aquella larga hora para ella en la que había estado aguardando a solas, sufriendo, llorando mientras su amor y su amiga se estaban viendo, había comprendido, aquella larga hora le había proporcionado la luz para saber cuál era la salida del túnel en el que había entrado
—¿Qué piensas hacer ahora? — le preguntó Lucía
—Esta hora que he pasado a solas me ha servido para encontrar la salida, tengo la respuesta 
—¿Cuál es Lucía? 
—Decir la verdad 
—Sí, decir la verdad es la única salida

Ha llegado el momento de confesar lo que ha ocultado durante este tiempo, el momento de enfrentarse a sí misma y comprobar si su amor es lo suficientemente fuerte como para superar un engaño y su incapacidad física, ahora comprende que es algo que debería haber puesto de manifiesto desde el primer momento, pero en aquel instante ni siquiera había imaginado que el amor llegara, antes de darse cuenta ya se le había escapado de las manos y ahora se siente atrapada de tal manera que le falta el aire

Ya no puede continuar así, ha llegado al cruce donde su camino acaba y debe continuar por otro diferente o bien dar la vuelta y volver sobre sus pasos a su punto de partida. Ésta última alternativa es la que le corroe el alma porque, es la que conoce y la que la ha hecho sufrir, el resto de caminos le son nuevos y sabe que no pueden ser peores, debe arriesgar el todo por el todo y está dispuesta a perder, le queda la ilusión de no perder su amor

—Te tengo que confesar algo que me avergüenza. Durante todo este tiempo te he ocultado un aspecto de mi vida que me ha hecho sufrir y ahora que creía haber superado mi sufrimiento, me doy cuenta que lo mantengo más vivo por el pesar que me produce no haber sido sincera contigo
—Todos ocultamos algo, somos humanos, por lo tanto imperfectos, no se nos puede exigir perfección, nos equivocamos, cometemos errores, nos guardamos cosas por los temores que tenemos. Puedo comprender tus miedos
—Lo que quiero confesarte, es algo que nunca debí ocultarte, y de lo que ahora me arrepiento. Si el día que nos conocimos hubiera imaginado que podría haber surgido el amor entre nosotros, te lo hubiera dicho en ese momento, pero nunca pensé que llegáramos a enamorarnos, después cada vez me resultaba más difícil contártelo, cada día lo veía más lejano, sumida en mi equivocación creí que podría mantenerlo oculto siempre, pero un día dijiste que querías verme, mi castillo de naipes se derrumbó en un instante
—Tranquilízate, Lucía, confío en ti, escucharé lo que tienes que decirme e intentaré comprender por qué lo has ocultado, estoy seguro que tendrás una razón, me pondré en tu lugar e intentaré comprenderte
—Hace unos años sufrí un accidente que me dejó en silla de ruedas, también me dejó algunas cicatrices en la cara que no he querido que sepas. Hay algo peor, ayer, la persona que viste no era yo, sino mi amiga Ana, le pedí que se hiciera pasar por mí, estaba convencida que cuando supieras de mi incapacidad, romperías nuestra relación. Yo ya lo había asumido, pensé que sería mejor que fuera yo misma quien rompiera, poner a otra persona en mi lugar para que me recordaras como una mujer hermosa y después decirte adiós, pero no puedo cargar con un engaño así, necesito decirte la verdad. Estoy convencida que esto te causará dolor y entenderé y aceptaré lo que decidas
—Desde el primer momento que te conocí supe que significabas algo muy especial para mí, a medida que el tiempo fue pasando y te fui conociendo, esa primera sensación se confirmó, empecé a quererte, después supe que en realidad te quería antes de conocerte, eras el amor que estuve esperando y nunca se cruzó en mi camino, fuiste la luz en mi oscuridad. Yo habitaba en la oscuridad, primero vi la luz de la lámpara que sostenías en tu mano, luego te alejaste dejándome de nuevo en las tinieblas pero volviste y me hiciste señales, como una luciérnaga giraste a mi alrededor dando movimiento y vida a mi noche, porque sabías que yo también te estaba buscando. No tuve ninguna duda que eras tú, que eras la luz que desde siempre había esperado que me iluminara, sabía que volverías, que no nos separaríamos, es una sensación que no había sentido antes, ahora estoy seguro, te buscaba y te quería antes de conocerte, mi vida ha girado en torno a ti desde siempre
—Me emociona lo que dices, cuando te escucho, mis miedos y dudas se desvanecen. Sé que tú siempre estuviste en mí, sin ti jamás pude ser yo misma, contigo he conocido la felicidad y ahora sigues aquí, no quiero soltar tu mano por que sin ti me perdería
—Nuestras manos permanecerán unidas, esa circunstancia de tu vida no cambia el amor que siento por ti

JM Paredes