18 dic 2022

11. Amor de fotomatón


El día estaba lluvioso y frío, pero no me apetecía quedarme tanto tiempo en casa, así que miré por la ventana y a pesar que el cielo todavía amenazaba lluvia salí a pasear, llegué a un centro comercial donde me paré a tomar algo caliente

Estaba escuchando música y pensando en las musarañas, sorbo a sorbo he ido apurando un café y una vez acabado me he quedado sentado por pasar un rato más, en la mesita de enfrente había una mujer que de vez en cuando me miraba, no hice mucho caso, hay gente que se aburre y se entretiene observando a los demás, quizás me vio siguiendo el ritmo de la música con movimientos de cabeza y empezó a sentir curiosidad

Después de un rato, me hizo un gesto con su taza de café, como si me invitase a uno más, hice un movimiento afirmativo con la cabeza, aguardó un momento quizás esperando que yo fuera a su mesa, pero no dejó pasar más de tres segundos cuando se levantó, se acercó a la mía y pidió permiso para sentarse, “por supuesto”, le dije sin quitarme los auriculares, sé que no es muy cortés, pero ¿quién interrumpe una canción de Dire Straits a mitad?, "qué escuchas", me quité uno de los auriculares y le dije “On every street” y me puse de nuevo el auricular, “Dire Straits...” respondió ella, asentí y le hice un gesto para que aguardara un instante a que acabara, ella asintió, mientras tanto mostró su taza vacía al camarero levantándola con una mano y con la otra le indicó que dos


Disculpa, pero es un sacrilegio interrumpir a Dire Straits”, le dije mientras me quitaba los auriculares. Nos presentamos y nos dimos la mano, iba vestida con un traje como si saliese del consejo de administración de una multinacional, incluso el bolso recordaba un portafolios de los que llevan los ejecutivos


La dejé hablar limitándome a prestar atención con interés y hacer afirmaciones con la cabeza, la verdad es que estaba un poco despistada, me dijo que se había levantado de una reunión y se había ido, que estaba harta de los bosquimanos que tenía por compañeros, no se me ocurrió nada mejor que decirle “bien hecho”


Puesto que había sido ella la que se había querido acercar la dejé hablar, al fin y al cabo era ella la que tenía necesidad de compartir unos instantes con alguien que no conocía, no la interrumpí mientras hablaba como si fuéramos amigos de toda la vida, me gustó la familiaridad con la que me explicaba los motivos por los que había abandonado la reunión dejando a los demás con la boca abierta


Era obvio que tenía la necesidad de desahogarse con alguien aunque no conociera, después de un buen rato y otro café más debió ver en mi cara un cierto cansancio, entonces dejó de hablar, se quedó mirándome un momento y me dijo “¿me acompañas?”, “dónde”, “al metro”, accedí a acompañarla


Enseguida llegamos, me fui a despedir, pero me dijo que la acompañara hasta dentro, se cogió a mi brazo y bajamos juntos las escaleras, parece que iba un poco alegre, no me había dado cuenta antes de ese detalle, quizás se hubiera pasado antes por un bar y se había tomado un par de copas o tres


En el vestíbulo del metro hay un fotomatón, de repente, como iba cogida a mi brazo me arrastró hacia él, entró y me atrajo a mí dentro también, echó la cortinilla y me dijo “nos vamos a hacer una foto”, no tuve inconveniente, pero cuando me vine a dar cuenta se había quitado la chaqueta e intentaba quitarse la camisa también, “mira, vístete y vámonos” le dije, pero ella se empeñó en que le tenía que hacer el amor allí, “¿no ves que se nos ven las rodillas?” le dije, se agachó para mirar por debajo de la cortinilla y dijo riéndose “anda, ¡¡es verdad!!


Como pude le ayudé a colocarse de nuevo la ropa y la acompañé a su casa, no estaba en condiciones de andar sola por ahí, al llegar al portal me dijo “¿subes?”, le respondí que en otra ocasión y me quedé esperando a que cogiera el ascensor


JM Paredes

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