Llegué demasiado pronto a la estación, son muchas las veces que he tenido que ir corriendo a última hora para no perder el tren lo que me produce ansiedad, así que desde hace un tiempo he decidido ir con suficiente anticipación
Como quedaba casi una hora, fui a la cafetería a tomar alguna cosa mientras esperaba. Estaba llena de gente pero vi un hueco con un taburete vacío, me acerqué y pedí un café, a mi lado una mujer tomándose otro, la saludé
—Hola, ¿Cómo estás?—es un saludo de cortesía y al mismo tiempo esperando unos minutos de conversación
—Hola, muy bien, tú cómo estás?—me respondió también con cortesía, pero haciendo una pregunta interesándose como estoy yo
—Muy bien, gracias, esperando el tren, pero he llegado con demasiada anticipación, más de una vez lo he llegado a perder, así que últimamente llego con tiempo sobrado.—La explicación es más extensa que lo que dicta la mera cortesía, de hecho es una invitación a mantener un diálogo
—Me pasaba lo mismo, hasta que pensé igual que tú, y aquí me tienes, una hora antes de la salida, así evito la ansiedad que produce el temor a perderlo.— Nunca he entendido que no exista comunicación entre la gente, vamos demasiado cada uno a lo suyo sin dirigirnos a los demás, existe demasiada desconfianza y estamos demasiado encerrados en nosotros mismos
La hora que quedaba para la llegada del tren dio para tomar un café más y para charlar de aficiones, de cine, de música, de los motivos del viaje, pero sobre todo de intercambiar ideas y pensamientos, de conocer a alguien desconocido que hubiera pasado inadvertido, en definitiva una comunicación, algo que por lo general andamos escasos
El tren de ambos llegaba a la misma hora, pero el mío se dirigía al norte y el suyo al sur, nos despedimos y le di las gracias por la conversación y ella me las dio a mí por lo mismo. Además me ofreció su número de teléfono, por lo que le di de nuevo las gracias, creo que le he transmitido esa confianza que tanto necesitamos y tan poco dispuestos estamos a dar ni siquiera a aceptar
Cada uno se fue a su andén a la espera de esos últimos minutos en que está por llegar el tren. Ambos trenes llegan prácticamente al mismo instante, busqué en mi billete cuál era mi número de coche y me dirigí a él, subo y busqué el asiento, coloqué el maletín de viaje en el portaequipajes, me senté y cerré los ojos para descansar, pero los abrí para mirar por la ventanilla al tren que estaba parado en la otra vía, qué casualidad, ella estaba en la ventanilla de enfrente, a menos de un metro de distancia, ambos nos sorprendimos por la coincidencia, sonreímos y saludamos con la mano, como me dio su número de teléfono, lo marqué, la miré, vi que busca su móvil en su bolso
—Qué casualidad coincidir en las mismas ventanillas
—Sí, aunque dicen que las casualidades son bromas que los dioses gastan a los mortales
—Seguramente tengas razón, en cualquier caso, me alegro de esta broma de los dioses
El tren se puso en marcha dando un tirón y un brusco traqueteo, nos dedicamos un nuevo saludo con la mano, pero mantuvimos la conversación por teléfono durante un buen rato, nos despedimos lamentando que nuestros trenes fueran en sentido contrario. Cerré los ojos para repasar mentalmente lo ocurrido, las conversaciones, la casualidad de estar sentados en la misma ventanilla... levantado tan temprano, me relajé y me quedé dormido
Noté que el tren empezó a detenerse al llegar a la siguiente estación, iba lentamente hasta que con la misma brusquedad con que se puso en marcha, se detuvo, pensé que el conductor debía estar alterado o medio desquiciado a juzgar por la falta de tacto con los mandos, al cabo de unos segundos apareció un tren en sentido contrario que también se detuvo, miré por mi ventanilla y ella estaba allí sentada, me quedé atónito, ella giró la cabeza, sonrío y me saludó con la mano, perplejo le devuelvo la sonrisa y el saludo, desconcertado, elijo su número y llamo, veo como ella busca en su bolso y se lo lleva al oído
—Hola, me alegro de verte
—Hola, yo también me alegro de verte, pero no lo esperaba, ¿Cómo es que vuelves a estar en el tren que va en dirección contraria?.
—Pues no lo sé, yo iba a preguntarte lo mismo
—Supongo que debes estar tan perpleja como yo
—Bueno, en realidad a mí ya no me sorprende nada, lo importante es que te vuelvo a ver
El tren volvió a ponerse en marcha, nos volvimos a despedir con un gesto de la mano pero continuamos al teléfono un rato más sin dar demasiada importancia al extraño acontecimiento. Nos despedimos, volví a cerrar los ojos y a pensar en lo sucedido, no lograba entender que podía haber pasado, volvía a dormirme en esos pensamientos, de nuevo me despierta la llegada a la siguiente estación y de nuevo la brusca parada, miro por la ventanilla impaciente por ver si viene en sentido contrario otro tren, sí, se acerca lentamente y se detiene, allí está ella, sonríe y saluda. Ahora ya sí que no puedo creerlo, vuelve a estar allí, sin apartar la vista de sus ojos, y busco el teléfono para llamar, ella tenía el suyo en la mano agitándolo en una invitación a que la llame
—Hola, me alegro de verte
—Yo también me alegro, pero no entiendo cómo si vamos en sentido contrario, apareces en el tren que llega
—Sí, me pregunto lo mismo, pero lo importante es que nos volvemos a ver
—Sí, lo importante es que nos volvemos a ver
Mantenemos la conversación un rato más y nos despedimos de nuevo y volví a dormirme. Otra parada brusca, otra vez la ventanilla, miro ansioso, pero esta vez no está al otro lado, no hay nadie, ahora ya lo que me parece extraño es que no esté, deseaba que estuviera, pero no estaba, aunque en ese momento me aparece una extraña sensación, la veo en la ventanilla, pero... no tras la ventanilla del otro tren, sino que veo el reflejo en el cristal de la ventanilla de mi tren, eso quiere decir que está sentada a mi lado..., giro la cabeza y la veo sentada junto a mi asiento
—Te sorprenderá que esté aquí
—Lo importante es que nos volvemos a ver. La verdad, no se me ocurre nada mejor que decir
—Sí, lo importante es que nos volvemos a ver y que estamos en el mismo tren
Sin importarme cuál era la explicación, empezamos a hablar como si nada hubiera sucedido, mantuvimos una larga conversación, nos sentimos bien, a gusto, es algo que se nota. De nuevo el tren disminuye su velocidad a la llegada de la siguiente estación, se detiene también el tren que viene en sentido contrario. Miro por la ventanilla, ya sin esperar nada en concreto, simplemente por mera curiosidad y la veo, no es el reflejo, sino está al otro lado, giro la cabeza esperando verla en el asiento de al lado, pero, el asiento está vacío, vuelvo a girar la cabeza y me sonríe a través de su ventanilla. No sé por qué no me sorprendió, lo encontré normal. Me hizo el mismo gesto con el teléfono indicándome que la llamara, y así lo hice, hablamos durante un buen rato
El tren se puso de nuevo en marcha, la siguiente estación sería la mía, ha sido un viaje en el que han pasado cosas extraordinarias, no me preocupo por nada, simplemente pensaba en ella, nada más. El tren se detuvo, recogí mi maleta, bajé y empecé a caminar por el andén, todo parecía extraño y distinto, nada se asemejaba a lo que conocía, no parecía mi parada de destino, dándole vueltas a todo lo sucedido, empecé a pensar que lo ocurrido había sido tan extraordinario que había tenido que ser un sueño. Convencido de ello, seguí caminando y pensando, levanté la vista y por incomprensible que parezca allí estaba esperándome
JM Paredes
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