Cuando le dije a mi amigo Pedro que me había apuntado a clases a aeróbic, me miró raro, cuando añadí que me había comprado unos pantalones de deporte cortos, una camiseta ajustada, una cinta para el sudor de la frente y unas muñequeras de algodón de color rosa, no tuvo reparo en desgañitarse en una carcajada mientras decía:
—Joder tío, cada día estás más amariconao
—Ríete, pero no pasarán ni dos semanas y tendré la mitad de las tías del gimnasio intentando ayudarme a salir de la crisis de identidad en la que estoy inmerso
—Estás como una regadera, te tomarán por lila y se apartarán de ti como los gatos del agua caliente
—Que va, me mostraré amable, cuando me hablen prestaré atención, me preocuparé por sus cosas, recordaré los detalles de lo que me digan, verán que estoy pendiente, mi actitud reflejará a un hombre sensible, cuidadoso, detallista, eso despertará en ellas sensación de confianza y su instinto de protección hará que quieran cuidarme, ampararme y salvarme de un mundo que no es el que me corresponde a pesar de mi confusión, seguro que a las primeras de cambio se acercarán a peinarme si me ven el pelo alborotado
—Tu sueñas, no te harán ni caso
—Iré todos los días recién afeitado, la manicura bien hecha, me pondré crema hidratante en la cara, ellas tienen un especial olfato para esos productos, un perfume al límite de la ambigüedad, el pelo bien cortado, una peluquería unisex que hay en el barrio me vendrá como anillo al dedo. Los movimientos los haré ligeramente amanerados, simularé una torcedura de tobillo y exageraré el dolor, cuando se acerquen a ayudarme me dirán “pobrecito, ¿te duele?”, diré: “mucho, cariño”, entre sollozos dejaré escapar unas lágrimas
—Estás como una puta regadera, tío. Además eres un presuntuoso
—Que va, no es más que la constatación de la realidad
Se quedó mirando meneando la cabeza de un lado a otro convencido que sus sospechas que se me había ido la olla se habían confirmado, pero ahora, pasado poco más de un mes, mi amigo Pedro anda todas las tardes dando saltos aeróbicos con unas muñequeras de color rosa y embadurnado de crema hidratante hasta las cejas. Ayer, tomando unas cervezas en la terraza de un bar, me dijo:
— Eres un genio, cariño, — a lo que le respondí:
—Guárdate lo de cariño para las chicas de la sala de aeróbic, que te estás amariconando
JM Paredes
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