18 dic 2022

19. Amante indiscreta


Si quieres un buen consejo, la amante, si es posible, que sea discreta, porque si no estás siempre en un vilo y no ganas para sobresaltos. Todo el barrio está enterado, y eso que se lo tengo dicho, “Puri, por favor, piensa antes de hablar…” pero que va, le puede la boca, “no lo hago de mala fe”, mujer, eso ya me lo imagino, pero es que podrías ser un poco más discreta, no sé, no les digas a las vecinas “voy a casa de Jose, es que es mi amante, ¿sabe usted?” , así me dijo Consuelo el otro día “vaya Jose, amante nueva ¿no?”, “que no, señora Consuelo, que es una amiga a la que le doy clases de dicción”, “sí, si, de dicción”, a Consuelo no se le escapa una, siempre tan atenta a las novedades

Tampoco pido que sea tanto como lo era Matilde, tan prudente que tenía que darle santo y seña, “Matilde, pero ¿no ves que soy yo?”, y anda que los ponía facilitos, “concubina mala espina no te pares en la esquina”, entonces yo tenía que responder “párate mejor a la sombra de una encina” 

Matilde creía tener alma de poeta, pero su concepto de la poesía era el de encadenar palabras que rimasen, tuvieran o no sentido, yo le decía “pero Matilde, que la poesía no consiste en rimar palabras, sino en transmitir emociones….” y ella siempre encontraba alguna frase que rimase con emociones, lo cual me exasperaba. Al final, harto de rebanarme los sesos, tuve que decirle “mira Matilde, que no estoy para acertijos…” y me responde “mira Jose, pues ya te puedes ir a hacer botijos…” y como no se me ocurrió nada que rimara y medianamente tuviera sentido, ni mucho empeño que puse en ello, la cosa acabó ahí

Sofía en cambio aunque prudente, no era tan reservada, y mucho menos recatada, sino más bien todo lo contrario, un poquito descarada para mi gusto. Impulsiva como nadie, eso sí que era vivir en el borde del precipicio, al poco de conocernos, se presentó un sábado en mi casa a las siete de la mañana con dos billetes y una reserva de hotel, se había empeñado en ir a pasar un fin de semana a Berlín, la puerta de Brandenburgo decía que quería ver, había comprado un vuelo “loucos“, “low cost” la rectifiqué… pero ni caso, no me dio tiempo ni a lavarme los dientes

Total que a las doce ya estábamos en el hotel en Berlín y se da cuenta que se le han olvidado los supositorios de glicerina, dijo “necesito uno porque me siento incómoda”, sin mediar palabra agarra el bolso y me arrastra tras ella en busca de una farmacia, no quise oponer resistencia por no incomodarla más todavía

Plantada ante el mostrador me pregunta “cómo se dice en alemán supositorio”, “y yo que sé” y sin cortarse, comienza a hacérselo entender mediante gestos al farmacéutico, que de vez en cuando me miraba con las cejas levantadas, yo hacía el gesto de no saber por no tener que repetir los mismos bochornosos gestos, créeme si te digo que muy torpe tenía que ser el farmacéutico para no entenderla. Ante el temor que al final yo también tuviera que terminar repitiendo los mismos que ya empezaban a resultar groseros, le dije “mira Sofía, si eso te espero fuera

Por fin salió con su trofeo diciendo “mira que es inútil el tío ése”, “sí hija, sí”, aunque pensé “no me traes más a Berlín sin un diccionario de alemán ni loco”, al cabo de un par de semanas y después de unos cuantos incidentes inquietantes que por decoro evito reproducir, tuve que decirle, “mira Sofía, cuando te hayas relajado, llámame, a ver si todavía me acuerdo de ti” , y encima se fue enfadada, para ser tan impulsiva, qué poco aplomo

Puri, la nueva, como dice Consuelo, es recatada, eso sí, pero en cambio es indiscreta. Amparada en su buena fe, va soltando lo que se le antoja, dice que le hace ilusión que todo el mundo sepa que está dichosa y es feliz, y que si nadie lo sabe es como si no lo fuera, “pero por qué no se lo dices a tus vecinas en lugar de a las mías” le digo yo, es que en la portería hay gente muy curiosa y luego cotillean a mis espaldas, a mí no es que me importe demasiado, pero me gusta mantener una cierta intimidad

Puri de intimidad no entiende, le parece una agresión a su libertad de expresión todo lo que no sea hacer lo que le dé la gana y es por eso que no se corta, cuando llega al orgasmo grita como una desesperada. La primera vez me asustó tanto que se me cortó el rollo y ahora estoy más pendiente de cuando va a estallar en un griterío que de otra cosa, total que soy la comidilla de la escalera y por si fuera poco, en las reuniones de vecinos, cuando el administrador pregunta “¿alguna cosa más?” , doña Consuelo y compañía me miran como si fueran a decir algo y aunque no dicen nada, se les entiende todo, yo me hago el sueco y miro para otro lado, pero todo tiene un límite, cualquier día de estos le digo: “mira Puri, o te comportas con más discreción, o ya te estás quedando en tu casa” 

Me pregunto qué fue de aquellos amantes de antes, donde la razón de su existencia no era más que el romanticismo y la seducción y sus cualidades la discreción y la complicidad y lo único importante era su amor, al que para todos pasaba desapercibido, aunque para ellos era su sueño de cada instante que celosamente guardan culto en el altar de sus pasiones, donde bastaba una mirada, un solo gesto para prender una llama que ya no se apagaba, y su único anhelo era que llegase el ansiado momento para mirarse a los ojos y amarse en silencio y saciar sus ganas el uno del otro hasta el próximo e incierto encuentro

JM Paredes

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