22 dic 2022

38. Sabor a fresas

Permanece sentada con su vestido negro de seda, sus zapatos de tacones de aguja, su collar de perlas blancas rodeando su cuello, respira profundamente para intentar calmarse mientras mantiene la cabeza apoyada en el respaldo del sofá, pensativa, esperando, intentando contener su ansiedad. De repente, cuando ya había perdido la esperanza, el sonido del timbre la saca de su sopor y la devuelve a la realidad, permanece un instante sin inmutarse, pensando si será verdad, se pone en pie y tranquila se acerca a la puerta, el vestido de seda acompaña fielmente el zarandeo armonioso de su cuerpo al moverse. Apoya la mano en la empuñadura, espera unos segundos, respira hondo y la abre repentinamente. Permanece unos instantes mirándome, escudriñando mi cara, intentando averiguar en mi mirada el motivo de mi tardanza
—Pensé que no vendrías, traes el pelo mojado 
—Está lloviendo, ha sido difícil llegar, siento mucho haberte hecho esperar 
—¿No quieres pasar? 
—Solo si me perdonas 

Deja el paso libre y apoya su espalda en la pared del recibidor, yo acompaño mientras tanto la puerta suavemente hasta que se cierra, me acerco y me detengo a una corta distancia de su cara, permanezco mirando sus labios mientras ella mira los míos
—¿Quiere tu silencio decir que me perdonas? —Ella asiente y responde un “ajá…“ con un susurro apenas audible. 
Entiendo... estás preciosa con el vestido de seda, las perlas y los labios carmesí

Escucho de nuevo su expresión “ajá....” en su extensión de matices y la sensualidad con que la envuelve, ella sabe muy bien que esa expresión dicha por sus labios matizados y pintados de carmesí me excita sin remedio, cierro los ojos para percibir con nitidez el aroma de su aliento que llega a mi nariz envuelto en una deliciosa fragancia de fresas, nuestros labios lentamente se unen en un beso dulce y tierno, siento el leve roce de su lengua acariciándome los labios suavemente... 
—Había preparado café, ¿te apetece? ,—me pregunta y ahora soy yo quien responde un “ajá...” intentando imitar la entonación que sólo ella sabe dar
—Entiendo —responde 

Me dice que me ponga cómodo mientras ella va a buscar el café que me ha prometido, pero sigo sus pasos hasta la cocina, al llegar se gira, me mira y nos cruzamos una sonrisa, mirándome a los ojos busca con su mano la cafetera, pero me adelanto para que no se queme y soy yo quien echa una taza de café que le ofrezco, ella la coge de mi mano pero sin mirarla la deja en el mármol, se aproxima y desliza sus manos por mi espalda y me atrae hacia sí, entreabre la boca y me besa con pasión, suavemente muerde mis labios y me los acaricia con la lengua, intento por un momento contenerme, pero no lo consigo, la rodeo con los brazos y la aprieto hacia mí, instintivamente bajo mis manos por su espalda hasta abarcar sus glúteos y la atraigo con fuerza

Sin separar nuestras bocas intentamos llegar a su habitación, pero el sofá se interpone en nuestro camino y abrazados caemos sobre él
—¿Te has hecho daño?, —pregunto 
—¿Eh...? —responde ella sin ser del todo consciente dónde estaba ni donde había caído

JM Paredes

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