18 dic 2022

22. Una llamada de madrugada

Estaba obsesionada con dormir completamente a oscuras y con que no la despertara la claridad de la mañana, se sentía segura en esa absoluta oscuridad, su sueño era ligero y le costaba dormir, trasnochaba malgastando su tiempo en los quehaceres más absurdos e insustanciales con el único objeto de no irse a la cama. Antes de acostarse bajaba totalmente las persianas y echaba las cortinas para que al amanecer no la despertara ni la más nimia cantidad de luz que entrara por la ventana

Esa noche, ya de madrugada, habiendo trasnochado, como siempre, sin hacer nada, comenzó con su  ritual diario de cerrarlo todo, pero de repente, en el absoluto silencio de la noche sonó el teléfono, un estruendoso ring-ring inesperado la sobresaltó. Asustada se preguntó quién podría ser a esas horas, temió que no debía ser nada bueno, desconfiada y temblando por el pavor que le causó, lo descolgó. 
—¿Diga? 
—Lo siento, me he equivocado, discúlpeme 
—No se preocupe, buenas noches 
—Buenas noches y perdone 

La llamada le pareció extraña, quién sería aquél hombre y porqué se había equivocado, ni siquiera preguntó por alguien, se asustó y se fue corriendo a la cama, apagó la luz y se tapó incluso la cabeza, intentó tranquilizarse pensando que quizás solo fue eso, tal como él mismo dijo, una equivocación al marcar o bien había tomado el número mal y al oír su voz se dio cuenta del error. No quedó del todo convencida y siguió dándole vueltas al asunto de la llamada, imaginando cosas que cada vez más la asustaban, pero el sueño al final la fue venciendo y se quedó dormida

De repente sintió una inquietud interior que la despertó, todavía estaba asustada y seguía con la cabeza tapada, no se atrevió siquiera a abrir los ojos, pero sabía que algo extraño estaba ocurriendo, no acertaba a saber que sería, pero estaba segura que había una diferencia al resto de los días, su temor era tal que no se atrevía a abrir los ojos por no descubrir el motivo de lo que la espantaba, prefería ignorarlo a verse obligada a afrontarlo o si acaso esperar a que por sí solo desapareciera

Permaneció inmóvil buscando en su memoria una explicación que aclarara ese desasosiego, pero no acertaba con nada, hasta que comprendió que la causa seguiría y no desaparecería, solo entonces, sólo cuando estaba convencida que tendría que enfrentarse, hizo un esfuerzo intentando superar el temor y decidió abrir los ojos

Los abrió poco a poco, lo justo para ver algo entre las pestañas y entonces comprendió la razón de su desasosiego, no era más que un rayo de luz que se colaba por la ventana. Lo miró sorprendida, ¡un rayo de luz!, miró la persiana y vio que no estaba del todo cerrada, a través de uno de sus orificios se filtraba un rayo del sol. Se preguntó cómo era posible que hubiera quedado mal cerrada y empezó a repasar mentalmente el ceremonial que seguía a diario, entonces recordó la llamada, sí, eso fue, el teléfono sonó mientras cerraba la persiana y el sobresalto la desconcertó y después se olvidó, se olvidó de terminar de cerrar

Por un instante se enojó terriblemente, hasta maldijo al tipo de la llamada, quiso levantarse a cerrar la persiana completamente, pero no lo hizo, se quedó embelesada contemplando las motas de polvo iluminadas por el rayo de sol, nunca las había visto así, el aire siempre lo había visto transparente, pero no imaginaba que estaba lleno de motas de polvo que se movían azarosamente sin ninguna dirección, parecía que cada una de ellas recorría un rumbo propio moviéndose a su antojo y siguiendo su propio derrotero, recorrió con la mirada la trayectoria completa del rayo de luz y al final vio que se desparramaba en la pared descomponiéndose en un precioso arcoíris

Al ver esa luz maravillosa de colores se incorporó y permaneció un rato absorta mirándolo, contemplando con fascinación la simplicidad de su enorme belleza. Después dobló la almohada para recostarse sobre ella y continuó con infinita paciencia observando cómo el círculo de luz se desplazaba lentamente recorriendo la pared. Sonrió para sus adentros pensando en el maravilloso espectáculo de la luz del sol de la mañana entrando por su ventana, a partir de ese día nunca más la dejó cerrada

JM Paredes

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