Las cosas más inverosímiles pueden suceder, basta con un leve empujón del azar para que los caminos se crucen y cambiemos de uno a otro sin darnos cuenta, esto que os voy a contar es rigurosamente cierto puesto que lo he vivido yo mismo. Me llamo Jose, como verás, no pongo el acento en la e, parece algo sin importancia, pero en parte es donde radica el quid de este relato, al menos sí tiene algo de relevancia como se podrá comprobar
Había quedado en recoger en la estación a Ana, no la conocía personalmente, pero habíamos charlado muchas veces. Somos adultos por lo que, por qué no..., la vida nos debía pasar unos días juntos y conocernos, la vida es tan corta y el tiempo pasa tan rápido...
El tren llega con un poco de retraso, en realidad con casi 20 minutos por lo que ya estaba un poco nervioso, al fin llega, la gente se acumula esperando en el vestíbulo, y los que bajan, lo hacen apresuradamente, la espera se ha hecho larga, acostumbrados últimamente a la puntualidad de los trenes, ahora por 20 minutos parece que se nos va la vida entre las manos
En la distancia veo a Ana, está buscándome alzando la cabeza e inspeccionando a todo aquel que le parece que puedo ser yo, ambos hemos quedado que llevamos cazadoras blancas para reconocernos mejor, al fin nuestras miradas se encuentran y nos dirigimos el uno al otro. Ambos decimos nuestros nombres para reconocernos
—¿Eres Ana? – le pregunto mientras me acerco—Sí, tú eres José – me pregunta al mismo tiempo, aunque le he dicho mil veces que no es José, sino Jose, pero bueno, los nervios del encuentro...—Encantado de conocerte Ana, eres muy guapa, me alegro mucho que hayas podido venir y conocernos — me acerco a su mejilla y le doy un par de besos para romper el hielo—Yo también me alegro, tenía ganas de conocerte, tú también me pareces guapo — me dice, bueno, los halagos no vienen mal, pero ella sí que es guapa—¿Quieres que vayamos al Hotel a dejar tus cosas y refrescarte si te apetece?—Bueno, José, tantas horas en el tren me apetece una ducha — no está mal, pero ¿otra vez José? en fin, a ver si después de la ducha le refresco la memoria
Después de la ducha, parece que la cosa está un poco más relajada, unas miradas insinuantes, unos besos y unas caricias, pero... ¿otra vez José?... ahora ya me veo obligado a rectificar, incluso con riesgo a que la cosa se tuerza un poco.
—Ana, cariño, es Jose, sin acento, no José — le digo con toda la delicadeza con que soy capaz a fin de no incomodarla—Pero, si siempre me has dicho que eres José, cuantas veces te he llamado Jose y me has rectificado, me decías que te sonaba a diminutivo, que tu nombre es José — y además parece convencida—Como que José, pero si siempre te he dicho que soy Jose, sin acento, que me parece más familiar, más cercano, José me parece demasiado serio
Estoy empezando a notar algo un tanto extraño, la forma de hablar de Ana y las expresiones que dice no me resultan familiares, en un primer momento pensé que era debido a los nervios del encuentro, pero después de la ducha y que hemos roto un poco el hielo, lo de José, me resulta raro. De repente, me recorre un flash por la mente, como un latigazo... arqueo un poco las cejas y me digo, ya verás... Cojo el móvil y llamo a Ana, espero unos segundos y no veo que suene el teléfono en la habitación, aunque me da tono, después de un momento oigo a Ana contestando, pero Ana está de pie junto a mí, mirándome con expresión de sorpresa
—Hola Jose! — me contesta Ana por el móvil—Hola, cariño, ¿dónde estás?—Pues aquí, en el Hotel, contigo—Ya, y... ¿me ves que esté hablando por el móvil?—No, estás de pie mirándome con cara rara—Ya, y si estamos hablando, cómo es que no tengo el móvil en la mano—Porque, ¿tienes manos libres?—Y... muevo los labios?—No—¿Y eso? — le pregunto—¿Eres ventrílocuo?—No cariño, no soy ventrílocuo—¿Entonces?—Entonces, nos hemos equivocado de pareja, ese tipo que tienes delante, se llama José, pero es otro, yo soy Jose, sin acento—Pues ya me parecía a mí un tipo raro — me dice con bastante calma—Sí, ya me lo imagino, ¿te parece si cambiamos las parejas y vamos cada Jose con su Ana?—Vale... porque este tipo no me gusta nada—¿Es demasiado tarde? — le pregunto—Son las siete—No, cariño, no te pregunto la hora, sino si es demasiado tarde...—Ah... no, que va, es que este tipo no me gusta
Bueno, espero que yo le guste más, pensé. La verdad es que la Ana que tenía en la habitación, que no era mi Ana, estaba bastante bien, le expliqué la confusión y me dijo algo así como que vaya, ya que estábamos..., pero no me parecía justo. Empezó a recoger sus cosas y vi que se le cayeron del bolso unas ramitas al suelo
—¿Y esas ramitas?—Son de canela—¿Y para qué las llevas?—Pensaba ponerlas en la bañera para darnos un baño con ellas esta noche, tienen un efecto afrodisíaco muy intenso—No lo sabía — dije con cara de bobo
Empecé a pensar que si no me habría precipitado con el cambio. Después supe que sí, que soy un bocazas, pero bueno, son cosas que pasan. Seguro que le sentaron bien las ramitas de canela al otro José
Pasaron unos días y no lo pensé mucho, fue un impulso, cogí el teléfono y marqué el número que me dejó la otra Ana apuntado
—¿Diga? — contestó al cabo de unos instantes—Hola Ana, cómo estás, soy Jose, sin acento, ¿me recuerdas?—Claro, como olvidarlo, me alegra escucharte, ¿cómo estás?—Bien, espero que tú también. Me quedé intrigado con lo de la ramita de canela, ¿es verdad lo que dijiste?—Claro, ¿por qué lo preguntas?—Me quedé algo inquieto, no sabía hasta qué punto hablabas en serio—Hablaba completamente en serio, pero ¿y este interés repentino?—Cuando lo dijiste, primero me sorprendió, después sentí curiosidad y lo he recordado durante este tiempo, me preguntaba si sería tan intenso como creí entender—Pues sí, es intenso tal como creíste, aunque hay que saber prepararlo, no es simplemente poner las ramitas en el agua—Ah, ¿no?—No, es todo un proceso, un ritual del que las ramitas de canela son sólo una parte. Me da la sensación que estás muy interesado—Desde luego, está empezando a apasionarme, en realidad creo que ha empezado a obsesionarme—Es el primer paso, ¿quieres que te hable del ritual?, te advierto que es para iniciados—Por favor, te lo agradecería—Muy bien. El deseo es algo latente más o menos acusado, sin embargo, hay diferentes grados sobre todo en cuanto a las sensaciones, fácilmente se puede subir un escalón más, es cuestión de estimular los sentidos, es eso lo que desencadenan algunas sustancias a las que llamamos afrodisíacas. El efecto sólo se consigue si es iniciado por un proceso que lo active—¿Quieres decir que es todo una cuestión mental?—Por supuesto, los afrodisíacos sólo son efectivos si estás predispuesto, es decir, si esperas que funcione, es tomar conciencia de hacia dónde te conducen y sobre todo debe ser compartido, es decir, es una preparación de complicidad—Donde radica el secreto, ¿en la preparación?—Se comienza imaginando, compartiéndolo, preparando los detalles incluso los más pequeños, después llega el momento ansiado, la preparación del baño, el agua caliente, la canela disuelta, la luz apagada, iluminándose con unas velitas distribuidas por el baño, una música romántica de fondo, un mojito previamente preparado con cariño, una pizca de ron, lima, agua con gas, unas hojas de menta, hielo picado, algo de canela por encima, unas palabras cariñosas, unas caricias en un cuerpo iluminado por la temblorosa luz de las velas, un abrazo, unos besos en el cuello, unas palabras dulces en el oído, un roce en los labios, los cuerpos empiezan a excitarse, las caricias continúan mientras te vas introduciendo en el agua caliente, la luz de las velas ilumina el vapor que sale del agua, el olor de la canela mezclado con el de la cera empieza a flotar en el aire, la piel toma una textura diferente, se convierte en resbaladiza, el cuerpo queda impregnado de su olor y los labios fríos con el sabor de la lima, la menta y la canela, realmente es un momento maravilloso. Los besos cada vez son más apasionados, es cuando comienza la verdadera excitación de los sentidos, la piel se sensibiliza de tal manera que cada roce produce un escalofrío de placer, cada beso más excitación. Los cuerpos se aprietan en el agua, la piel resbala, los órganos se sensibilizan hasta producir un orgasmo con una simple caricia—Me lo puedo imaginar — respondí—Puedes hacer algo más que imaginarlo—¿Me estás proponiendo compartirlo?—Eres muy perspicaz Jose
JM Paredes
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